Paco Díaz

Mayo, 2017

Un fotógrafo muda de mirada a diario. Un día, despertarse y abrir las cortinas, implica darse cuenta de que la luz de todos los espacios será la misma, y no se puede hacer nada, mas que salir y caminar entre sombras. Al día siguiente, tomar el desayuno detrás de la ventana se convierte en la preparación de una guerra interrumpida por nubes casi negras; entonces, el fotógrafo deja el café a medias, toma su cámara y sale por la puerta principal. Delante de él, una calle cubierta de reflejos. Lo que nadie sabe, es que poco antes ensayó la mirada y sabe muy bien con qué ojos se presentará ante el mundo. La cámara, a decir verdad, es lo de menos.

Paco Díaz me cita en su estudio en la colonia Juárez. Es un espacio grande; en ese momento, iluminado apenas por la luz de la entrada; dos salones separados por una pared nada silenciosa. Área de maquillaje, bodega, salita, espacio para el ciclorama; todo va apareciendo. Estamos debajo, literalmente, de una de las galerías más famosas de la ciudad. Lo único que sugiere la existencia de este espacio es una pequeña puerta cercana al remate de las escaleras que llevan a la sala de exposiciones de la galería. El lugar es perfecto, tan clandestino como revelador, tan él.

Paco me cuenta que ha dado talleres aquí, y que la mayoría de su trabajo de estudio es en este lugar; niños, artistas, celebridades, modelos, gente que poco tiene de común y mucho de normal.

Salimos para sentarnos en una mesa del patio. Estar delante de él significa darte cuenta de lo vulnerable que puedes ser frente a su mirada.

Le pido que me hable sobre qué se siente estar del otro lado.
“El tipo de foto que hago, el retrato por ejemplo, me ha puesto delante de gente que probablemente conocería si no tuviera una cámara; desde músicos, periodistas, actores, actrices, empresarios, políticos. He tenido la oportunidad de convivir con gente que admiro o con personas que no conocía y de las cuales siempre aprendo algo”.

Las fotos de Paco cada vez se perfilan más y es fácil reconocer su trabajo en las redes sociales. “Estoy muy lejos de estar completamente satisfecho con mi trabajo. Ahora más que nunca me concentro en ideas más concretas y pienso qué tipo de gente me gustaría retratar en realidad, en qué tipo de publicaciones me gustaría participar. No he me movido del renglón, he estado insistiendo, he sido disciplinado. Con el tiempo he ido perfilando lo que me gusta y rechazando lo que no me deja nada. Y la gente se da cuenta, llega un momento en el cual te empiezan a buscar para lo que sí te gusta”. Me dice.
Paco Díaz es comunicólogo de profesión. Sin embargo, cuando lo conocí, hace ya unos años, llevaba una cámara siempre cerca del pecho.
“Cuando empecé con la cámara fue un juego, una búsqueda meramente estética; después llegué a lo comunicativo, dejé al lado la necesidad de que una foto fuera estéticamente interesante, y me enfoqué en que diera un mensaje. En ese sentido tuve la facilidad de empezar a hacer retratos y que funcionaran bien para las publicaciones que me pedían. En retrospectiva, me doy cuenta de que me encantó experimentar, pero lo que realmente me gusta es el diálogo con las personas que fotografío; me gusta platicar, aunque sea por un momento con ellos, y saber qué hacen, qué les gusta, qué no les gusta, y en ese momento tratar de capturarlo. A veces es posible, a veces solo tienes dos minutos para lograr un retrato para una publicación. Pero cuando se logra un buen diálogo es una experiencia increíble.
Me pregunto si siempre ve a las personas como si quisiera que no se le olvidara nada, como si sólo estuvieran él y su interlocutor en un espacio en donde sólo la luz y ellos caben.
“No hay forma de resolver un retrato. Yo fui editor de foto de una revista y me tocó ver la forma como otros fotógrafos los resolvían, y sí es una cuestión de personalidad. En mi caso, aprendí a resolverlo por puro instinto. Si estoy frente a alguien, le pregunto de su vida, de lo que siente y en la medida de lo posible voy tirando fotos. Últimamente siento que hago más periodismo que fotografía. Al final, cuando estoy frente a un personaje en un fondo blanco o una locación, y una vez que ya visualicé cómo puede funcionarme la luz y dónde estará la persona interactuando, todo lo que queda entre esa escena, mi cámara y yo, es lo que podamos generar entre nosotros, y eso ya no lo hace ni la luz ni la cámara ni el lugar.”
Sobre no ser sólo un fotógrafo más:
“Sí hay una búsqueda estética, claro, y esa puede ser la parte más frustrante. Porque puedes quedarte con tus fórmulas, con lo que sabes que sí funciona, si una iluminación te gusta lo más probable es que te quedes ahí. La exploración de otras ideas es una chamba que hay que hacer y que cuesta trabajo. En la dinámica que trabajo, es decir la comercial, los tiempos son muy cortos y el resultado que se busca es muy específico, quizá ahí es difícil moverte en distintos marcos de experimentación, pero creo que aún así debe buscarse.”
¿Cómo interactúas con la gente?
“Una persona siendo retratada frente a una cámara puede jugar entre la esfera de la ficción y el registro muy fácilmente. Hay retratos que son muy espontáneos porque el personaje a veces ni siquiera fue consciente de que está siendo retratado, y eso juega en el documentalismo; el tipo de retrato que yo hago normalmente es una sesión dirigida, y dentro de ella trato de ir más allá del registro de la persona frente a la cámara. Me interesa más generar un momento, para que suceda la espontaneidad dentro de lo dirigida o estructurada que pueda ser la sesión. Siento que si tú logras ese momento, es tan espontáneo como si fuera documental.”

Sobre el propósito de las fotos.
“¿Cuál es el propósito de esta foto? siempre me pregunto esto antes de tomar mi cámara. Y es lo que siempre le digo a mis alumnos. Que cada elemento de la foto sea propositivo. Para mí la intención es básica. Yo soy de la idea de mirar el fenómeno de comunicación completo, es decir, cuando uno va a una exposición de foto o de arte o un concierto, se aprecia diferente una obra cuando sabes la intención del artista y se hace una relación entre lo que el artista buscaba y lo que yo pensaba de la pieza. El caso de la foto periodística es un ejemplo. Yo sí creo que la intención es algo que el artista debería pensarse.”
¿Qué piensas sobre la necesidad tan imperante de registrar que tenemos desde hace unos años?
“Hay mucha gente que está irritada con que ahora cualquiera pueda tomar una foto con su teléfono e instagreamear o incluso ser reconocido por sus fotos. Yo soy de la idea de qué maravilla que todo mundo tiene una cámara en sus manos. No quiere decir que eso los convierta en artistas, pero yo creo que sí nos convierte en comunicadores. Hay un dato por ahí que dice que hoy se hacen más fotos en dos minutos que todas las que se hicieron en el siglo XIX. A mí no me parece una aberración, lo único que creo que nos tiene que suceder es una capacidad de discernir mayor, no sólo con las fotos, con la información, con las notas periodísticas, con las películas. El tema es cómo escogemos lo que consumimos.”

¿Artistas o comunicadores?
“Yo creo que el artista es un comunicador, pero el segundo no es necesariamente un artista. Mucho va de la mano con la intención y el contexto. Una foto periodística puede ser revisada bajo parámetros de pieza artística, pero eso no quiere decir que el fotógrafo haya buscado inicialmente una intención de ese tipo.”

Sobre si el contexto hace a la obra.
“Yo creo que buena parte de mi trabajo no tiene una intención artística. Creo que es posible que pueda ser revisitado y re contextualizado y entenderse de otra forma. Pero otra parte de mi trabajo sí tiene una intención personal y estética que partió de pura intuición. La principal diferencia, desde mi punto de vista, de una fotografía comercial y una artística es el tiempo de vida. El trabajo comercial está diseñado para publicarse en una edición específica y de determinada duración. Mientras el trabajo artístico es atemporal y es probable que encuentre salida en distintos momentos o que nunca encuentre fin. El tiempo de vida de la obra de arte no está condicionado o determinado por una editorial, una cobertura periodística o una campaña publicitaria.”

¿Y en tu caso.?
“En mi caso yo obtengo una satisfacción de ambos trabajos. Lo que yo busco es no tener que diferenciarlo tanto, y es muy complicado porque cuando he tenido chance de retratar a actrices o políticos, estos últimos trato de ni conocerlos, pero tenía muchos prejuicios sobre las actrices de televisa, por ejemplo, pero después resulta que son personas muy agradables. O caso contrario, las personas a las que les tenías mucha fe resultan ser súper difíciles. He aprendido a abrirme un poco de los prejuicios.”

Paco toma su llavero; es una cámara pequeña de juguete que suena al presionar el obturador, la pone delante de su ojo y una vez que me encuadra, el sonido se encuentra con el de la mía.

Lo importante de la luz va más allá de quien la hace eterna, aún cuando el momento ya no existe. Paco nunca tiene la misma mirada, y qué bueno.